Desde la impotencia y la rabia.
Comentario psico-social de los "sin techo".
En el desarrollo de la persona inciden al menos tres perspectivas: la etapa concreta que vive la persona (aspecto más biológico), la experiencia personal, tal como se vive en cada momento, y las circunstancias culturales y sociales que rodean el sujeto, o sea la familia, los compañeros y amigos, las influencias de la sociedad, etc. En otras palabras podemos decir que nuestra vida está configurada por muchas circunstancias que nosotros no controlamos ni hemos podido elegir. No hemos escogido familia, lugar y momento del nacimiento, capacidades físicas y mentales, contexto social y económico. Lo más esencial y nuclear de nuestro vivir lo hemos recibido "gratuitamente", si se nos permite la expresión.
Desde el nacimiento la persona tiene que hacer frente a muchas situaciones de crisis que le permitirán irse haciendo como individuo, a aprender a relacionarse y hacer uso de las cosas. Pero si estas crisis no han sido bien elaboradas quedarán dentro de la persona, en lo que llamamos inconsciente, como una serie de miedos, temores y malos hábitos de conducta que influirán en su comportamiento posterior, incluso cuando sea adulta o muy grande .
Una de las causas más importantes de desorientación mental tiene que ver con la relación que la persona ha establecido con los seres queridos en los primeros años de vida. Si le han dado estimación y comprensión, si se han dado sus deseos y anhelos, y al mismo tiempo se le han indicado los límites y condicionantes del vivir diario, la persona podrá hacer frente a las situaciones nuevas y sorprendentes que la vida provea . Pero si se ha encontrado con graves desatenciones familiares y sociales, su madurez mental y fisiológica se resentirá, y le será más difícil la adaptación social.
Las personas que viven en la calle y no tienen techo suelen padecer trastornos de la personalidad. Un trastorno de la conducta que se manifiesta principalmente en la motivación y la desadaptación social, que incluye aspectos neuróticos y psicóticos. Según dicen los educadores y psicólogos que trabajan con ellos, la mayoría han tenido un entorno familiar no muy bueno, con poca capacidad de tolerancia a la frustración, y con una estimación poco sana. Muchos de ellos han vivido en un ambiente de violencia, violaciones, promiscuidad sexual. Nadie les ha dado pautas claras de actuación, ni ofrecido un ambiente de acogida y atención. Y uno se pregunta, ¿cómo se puede ser una persona "normal" en un ambiente tan desestructurado.
El José es un chico hijo de padres inmigrantes que fueron a Alemania a trabajar, ya hace unos cuantos años. Él se quedó a vivir primero con una abuela ya mayor y con pocos recursos, que se murió cuando él tenía 10 años. Después fue con unos tíos poco acogedores en un barrio poco favorable, ya los 13 años volvió a vivir con sus padres. Estos montaron un restaurante que les fue bastante bien, pero el hijo ya no se adaptó. Más bien utilizar esta plataforma para empezar a beber, y tener contactos con gente que consumía. Hasta que un día hizo una travesura cuando iba bebido, lo agarraron, y lo pusieron temporalmente en prisión. Y ahí comenzó su calvario. Más consumo de droga, Sida, enfrentamientos con otros reclusos, etc ... Al cabo de un tiempo pudo volver a casa, pero no dejó de robar para comprar droga ... y ahora vive en nuestras calles, sin recursos personales y materiales, ni familia, ni sentido del vivir.
¿Qué pronóstico tiene una situación como esta? Ciertamente no muy favorable, ya que la persona no cree en sí misma, ni en los otros. Se culpabiliza con facilidad, hasta llegar a despreciarse, y sólo tiene el recurso de beber y beber, para evitar el horror de su vivir. Una situación lamentable y triste, que sin tener unos culpables claros y condenables, aunque impresiona más y nos deja sin palabras y un poco sorprendidos. Sin palabras o más bien con palabras vacías que utilizamos cuando no sabemos callar y dejarnos impactar por la realidad social.
Los educadores de Raíces no dudan en contestar cuando se les pregunta qué podemos hacer los que tenemos la "suerte" de no tener que vivir en la calle: "La gente no sabe lo que viven los" sin techo ", pero tampoco en quiere saber gran cosa ". Es una ignorancia con una cierta complicidad. Es más fácil pensar que viven en la calle porque son malas personas o lo han buscado.
A lo largo de la historia, y sin duda también en el momento actual, se ha culpabilizado a las personas que tienen deficiencias físicas o psíquicas, o incluso están enfermas, como si ellas fueran las responsables únicas y exclusivas de lo que les pasa. Por otro lado, los que tenemos un hogar y podemos vivir con cierta normalidad, tenemos tendencia a creer que nuestros pequeños o grandes éxitos, del tamaño y color que sean, son nuestros y de nadie más, y podemos hacer lo que queremos. Fácilmente nos podemos creer mejores o con derechos especiales, y nos cuesta identificarnos con los sentimens y necesidades de los demás. En lenguaje psicológico, hablaríamos de narcisismo.
Cuántas veces la María ha oído decir "puta yonqui de mierda" (unas palabras tan duras y difíciles de pronunciar como su propia vida!) Por la misma gente que se ha aprovechado sexualmente de su debilidad humana y espiritual. Es más fácil decir que hace la calle "porque quiere" que no conocer lo que le pasa y dejarse cuestionar por las causas de su vivir. Qué culpa tiene ella de haber sido violada ya de pequeña por miembros de su familia, o no haber tenido una madre acogedora que la defendiera?
Cuando se viven experiencias profundas de incomprensión es muy difícil poder reaccionar con coherencia personal y social, y no buscar refugio en el alcohol, las drogas u otros hábitos que crean adicción. Qué dificil lo tienen los niños cuando se encuentran que los mismos que los aman son los que más daño les hacen. Como es de enrevesado por un adulto saber reaccionar cuando se siente totalmente rechazado y solo!
El Día de los Sin Techo (25 de noviembre) nos quiere hacer pensar en nuestra manera de vivir y de relacionarnos con los demás y con las más abandonados. No podemos olvidar que hay gente drogata que se ha recuperado gracias al trabajo de muchas personas y con una gran dosis de comprensión familiar y social. Este es el caso del Juan, que se pudo recuperar para que su familia tuvo fuerza interna y moral para reconocer en su hijo una persona como las demás con cualidades y defectos. Una persona que, como todos nosotros, necesita comprensión y amor por no tomar un camino sin salida.
Eduard Fuentes, psicólogo.